Sin que sepamos si Hugo Chávez aún vive o ya no, lo cierto es que, desde una perspectiva histórica, lo mejor que puede pasarle a Venezuela es que lo suceda en el cargo Nicolás Maduro.
El desastre económico en que Chávez deja a su país les costará sudor y lágrimas a los venezolanos, y hay que hacer votos porque no les cueste sangre.
Políticamente, Maduro tendrá que pagar los platos rotos. Asumir el colapso del chavismo.
Pero la crisis económica que se cierne sobre ese país la pagarán sus habitantes, que coquetearon con el populismo y vivieron de las fantasías del chavismo.
La devaluación que está en puerta causa escalofríos.
La paridad oficial del “Bolívar fuerte” (así se llama la moneda venezolana) con el dólar es de 4.30. Pero el tipo de cambio en el mercado paralelo es cinco veces mayor: 21.50 bolívares fuertes por dólar.
Con una devaluación de 400 o 500 por ciento, no es necesario hacer cálculos para entender lo que será la inflación en Venezuela dentro de poco. Incluso hoy, la inflación en ese país es de las más elevadas del mundo.
El déficit fiscal ronda el 20 por ciento del PIB, y la deuda externa es diez veces mayor a la que tenía Venezuela hace apenas nueve años.
Tienen petróleo, sí, pero está comprometido.
Moisés Naím explicaba la semana anterior en El País, que una parte de la producción petrolera venezolana va a países aliados del chavismo a precios subsidiados (Cuba, por ejemplo, que usa la mitad del petróleo que les manda Chávez y la otra mitad la revende a precios reales en los países del Caricom).
Otra parte de la producción petrolera de Venezuela va a China, país que pagó por adelantado las importaciones de crudo venezolano: ya pagó, y el gobierno de Chávez ya se gastó esos ingresos en importaciones.
La única fuente de ingresos petroleros reales de Venezuela proviene de sus ventas a Estados Unidos, país que ha disminuido drásticamente sus importaciones de crudo venezolano.
La caída en los ingresos petroleros, apuntaba Moisés Naím, coincide con un crecimiento exponencial de las importaciones de ese país.
En total, Venezuela importa 50 mil millones de dólares al año, mientras en 2003 sólo importaba 13 mil millones de dólares.
Hostil a la inversión extranjera, a la que ha ahuyentado, ese país entrará en la encrucijada de no tener dólares para pagar los intereses de su deuda y financiar las importaciones (en Venezuela se ha dejado de producir).
El costo de la inmensa borrachera populista del chavismo lo pagarán los venezolanos.
Pero el costo político de los ajustes los debe pagar Maduro, es decir el chavismo, y que no vuelva nunca más.
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