Sin azucar ( un Poco de Humor)

Siempre que hablamos de nuestro gobierno todos los que le tenemos un poquito de animadversión, nos empeñamos en ver las cosas malas. Justificada es la crítica de que no tenemos la generosidad de reconocer lo bueno. En el diario “El Nacional” aparece la siguiente información: “El constante incremento de los costos de operación frente al estancamiento del precio de la azúcar ha incidido en la producción del rubro en el país: en la zafra culminada en agosto pasado se produjeron 130.905 toneladas de azúcar menos que en 2014 y calculan que en 2016 la caída sea más alta”.
Una reconocida endocrinóloga dijo una vez que las dos cosas más dañinas que había inventado la humanidad eran el azúcar y la bomba atómica, en ese orden. Así que el deterioro de nuestra producción azucarera viene a transformarse en un gran beneficio para la población que será, gracias a esta circunstancia, mucho más saludable y menos propensa a la diabetes.
Según los que han estudiado la materia, la caña de azúcar, que es de de donde se extrae el producto, es originaria de Nueva Guinea con unos 5000 de antigüedad. Con los persas y los árabes se expandió hasta que llego a nuestro continente. Se denomina azúcar, en el uso más extendido de la palabra, a la sacarosa, cuya fórmula química es C12H22O11. Ya por aquí, sin saber mucho de química uno sabe que hay algo que no anda bien. Una C de mas o de menos poco importa, pero 22 H es como demasiado. Según los expertos la sacarosa es un disacárido, que viene a ser como un descarado en términos moleculares. Ya la semana pasada nos referimos extensamente a esto de los descarados.
El azúcar refinado -que dicho se de paso, esto de “refinamiento” suena de un escualidismo pelucónico inaceptable- según los investigadores no sólo no produce nutrientes, sino que literalmente le roba al organismo nutrientes que ya posee. Las reservas de tiamina, que es como una tía nuestra que vive recogida en el corazón y en el hígado se ven afectadas con el consumo excesivo de azúcar blanca, porque se requieren reservas extras para procesarla. Como decir que el corazón y el hígado fueran las bóvedas del Banco Central y hay que ir allí a buscar el oro guardado para que el organismo pueda seguir funcionando, al margen de los procesos productivos que realmente tendrían que proporcionarle riqueza.
Del azúcar se ha dicho una de las peores cosas que se puede decir de un producto: su consumo excesivo podría producir cáncer. El asunto es así: las células del organismo secretan un desecho llamado radicales libres (y esto amerita aclaratoria, no vaya a ser…). Explica la Dra. Silvia Jiménez: “Los radicales libres son moléculas inestables (perdieron un electrón) y altamente reactivas. Su misión es la de remover el electrón que les hace falta, de las moléculas que están a su alrededor para obtener su estabilidad. La molécula atacada (que ahora no tiene un electrón) se convierte entonces en un radical libre y de esta manera se inicia una reacción en cadena que dañará muchas células y puede ser indefinida si los antioxidantes no intervienen”. De allí la importancia del 6 de diciembre, no podemos poder un solo electrón, porque entonces nos vendría un incremento del metabolismo. ¿No sé si queda claro? Como el azúcar reduce los minerales del cuerpo, los radicales libres se desatan, se reduce la disposición de oxígeno en las células y de allí podrían venir la aparición de efectos cancerígenos en las mismas. Por tal razón, cuide su célula de identidad, que es lo único que le permitirá oxigenar este agobio endocrino que silenciosamente destruye al organismo.
En definitiva, a donde queremos llegar con lo señalado es al hecho de que la reducción en la producción de azúcar es uno de los grandes logros sanitarios de los últimos tiempos. Cuando desaparezcan del todo el cerdo, las harinas blancas y las carnes rojas, además del país más feliz del planeta, seremos sin duda también el más saludable. No nos concentremos en lo malo, veamos también las cosas buenas que este tiempo nos trae.

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