«Tu enemigo está dentro y se llama ego»
«¿Qué es el éxito?»
La domesticación del ego. Ni más ni menos.
Imagínate estas tres situaciones.
A) Estás con tu coche parado en un semáforo en rojo. El semáforo se pone verde y el coche que está delante de ti se mantiene parado. En el primer segundo te frustras. En el segundo, tu frustración se convierte en rabia. En el tercero, tu rabia se convierte en ira. Y en el cuarto tocas el claxon con un alto grado de alteración.
B) Asistes a una clase magistral en tu universidad. El ponente te encanta y te mueres por formularle una pregunta, pero cuando estás a punto de levantar la mano, te invade una larga lista de miedos. Te quedas sin formular la pregunta.
C) Alguien te viene a contar algo horrible que tu mejor amiga ha dicho de ti. Entras en cólera, montas un drama, y empiezas a enumerar todas las cosas que has hecho por ella con un único objetivo en mente: dejar lo más patente posible lo víctima que eres de esa «terrible» injusticia.
¿Sabes cómo evitar las tres perturbaciones anteriores? Solamente domesticando tu ego. Si hiciésemos un test a nivel mundial con estas tres situaciones, veríamos que en todas hay dos grupos de personas: los que sucumbieron a la tentación de perturbarse y destrozaron con ello su paz interior; y los que consiguieron dominar la tentación y mantener su paz. ¿Y qué diferencia a los segundos de los primeros? El dominio de su ego.
El ego y la esencia, la parte con más oscuridad y la parte con más luz, son dos fuerzas titánicas y opuestas que cohabitan en nuestro interior desde el día que nacemos. En esa tensión existente entre ellas, a veces ganamos la batalla al ego y a veces no. En los tres casos anteriores, el ego ganó la batalla a la esencia. Esto significa que, aunque conquistar el éxito interior sea una labor de toda una vida, e incluso eso habitualmente es un tiempo insuficiente para la victoria completa, definirlo sí es algo tremendamente sencillo: el éxito interior no es ni más ni menos que domesticar el ego, a fin de perder el menor número de batallas. ¿Por qué? Porque a menos batallas perdidas, mayor felicidad, y viceversa.
En un deporte, tu enemigo está fuera y se llama rival. En el éxito interior tu enemigo está dentro y se llama ego»
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