La misteriosa Tiahuanaco



portada: Primer plano de una de las cabezas que decoran los muros internos del templete semisubterráneo del centro urbano de Tiahuanaco (Flickr)
La misteriosa Tiahuanaco: ¿una ciudad construida por gigantes? – Parte I
Tiahuanaco es, sin duda alguna, uno de los conjuntos arqueológicos más enigmáticos de la América preincaica. Situado en pleno altiplano boliviano, se halla muy próximo a las profundas aguas del Lago Titicaca, el lago navegable a mayor altura del mundo. Existen muchas contradicciones con respecto a sus orígenes. La tesis mejor aceptada nos dice que Tiahuanaco no fue más que una pequeña aldea que creció a orillas del Lago Titicaca. Sin embargo, si eso fue así, ¿cómo es posible que las ruinas recuperadas hasta ahora se hallen esparcidas ocupando áreas kilométricas?
Pero si los orígenes de esta civilización son misteriosos, también lo es su final: desaparecieron sin dejar rastro. Es decir, su desaparición aparentemente se produjo de forma brusca entre los años 1000 y 1200 de nuestra era, sin que existan motivos concretos para ello. Es como si, simplemente, abandonasen sus ciudades y se fuesen. ¿A dónde? No lo sabemos. De hecho, incluso dejaron inconclusos algunos edificios que se encontraban en pleno proceso constructivo. Es más, ni siquiera el nombre de Tihahuanaco es el nombre original, ni de la ciudad ni de la cultura, puesto que de ese modo es como los bautizaron los incas, que llegaron después.
La famosa “Puerta del Sol” de Tiahuanaco (Flickr)
La famosa “Puerta del Sol” de Tiahuanaco (Flickr)
TIAHUANACO, CULTURA MADRE DE AMÉRICA
La Cultura Tiahuanaco está considerada por algunos especialistas como la cultura más antigua de la América pre incaica, por lo que también se la denomina como la cultura madre del continente americano. Para otros fue la capital de un antiguo imperio megalítico o de un gran imperio que se expandió por todos los Andes Centrales. En todo caso, también fue la cultura más longeva puesto que según los indicios descubiertos hasta el momento, sus orígenes se remontan hasta, posiblemente, el año 2000 AC. Aunque, precisamente, las fechas de nacimiento de esta cultura son uno de los mayores misterios que entraña. Durante su mayor apogeo abarcó un territorio que se extendía por áreas pertenecientes a los actuales Bolivia, Perú y Chile. Tiahuanaco, capital del reino y centro religioso principal, llegó a superar los 5 kilómetros cuadrados de extensión con una población estimada de unos 40.000 habitantes.
Tiahuanaco, según los arqueólogos, estaba constituido como una teocracia, es decir, dirigida por una élite sacerdotal. A partir de los siglos I y II comenzó a crecer y entre los siglos II y VIII se expande mucho más gracias, precisamente, a la fuerza de su religión. Pero su mayor desarrollo llegará a partir del siglo VIII, cuando su dominio del bronce les dota de una notable superioridad militar sobre el resto de culturas vecinas. Hacia nuestro año 1000 habría alcanzado su máximo apogeo, dominando un territorio de más de 500.000 km cuadrados y disfrutando de una capital donde algunos arqueólogos aseguran que pudieron vivir más de 100.000 personas.
Escaleras de acceso a una de las ruinas de Tiahuanaco Escaleras de acceso a una de las ruinas de Tiahuanaco (Flickr)
CIUDAD DE MÍTICOS GIGANTES
Su economía se basaba en la típica agricultura de los valles andinos y en la ganadería de llamas y alpacas. El maíz a nivel alimentario y las hojas de coca, imprescindibles para soportar la altura y la consecuente escasez de oxígeno, eran elementos básicos en su vida diaria. La hoja de coca, junto con otras sustancias, también era utilizada en sus rituales religiosos. Su dios principal era llamado “el Señor de los báculos” y según parece era aún más antiguo que la propia cultura tiahuanacota. Su mejor representación aparece sobre la Puerta del Sol y se le ofrecían sacrificios de todo tipo: desde animales hasta humanos, adultos o niños.
La ciudad, tal y como pueden comprobar sus actuales visitantes, poseía una compleja planificación urbanística y disfrutaba de una red de “alcantarillado” a base de canales que la recorrían por entero para evacuar las aguas procedentes de la lluvia, así como las residuales de las viviendas. Pero lo que más llama la atención son los grandes bloques de andesita, una piedra volcánica muy abundante en los Andes, de los que recibe su nombre.
Imagen panorámica del interior del templete semisubterráneo del centro urbano (Flickr)

Imagen panorámica del interior del templete semisubterráneo del centro urbano (Flickr)
En Tiahuanaco existen bloques que superan las 100 toneladas de peso. ¿Cómo es posible que los moviesen y trasladasen hasta la ciudad desde orillas del Lago Titicaca, de donde se supone que los extraían, en trayectos de entre 10 y 300 kilómetros, cuando además en ese área no existen árboles cuyos troncos puedan hacer de rodillos? Otro nuevo misterio sin respuesta posible.
Cuando los incas aparecen en escena, Tiahuanaco ya estaba en ruinas. Es de los propios incas de donde procede el mito que sitúa los orígenes del hombre en las cercanías del Lago Titicaca. Según los incas el dios Viracocha, un dios blanco y con barba creador del Universo, tras crear el mundo habría viajado por toda la Tierra enseñando a vivir a los hombres. Pero antes de la existencia del hombre, Viracocha también habría creado un mundo oscuro, habitado por gigantes a los que primero esculpió en piedra. Existen diferentes versiones sobre el resto del mito. Unas cuentan que los gigantes desobedecieron a Viracocha y éste los volvió a transformar en piedras en lugares como Tiahuanaco, siendo sumergidos luego por una inundación provocada por Viracocha, de la que sólo sobrevivieron un hombre y una mujer, quienes fueron transportados hasta la morada del dios en Tiahuanaco. La ciudad, por tanto, habría sido construida por los gigantes, mientras que el lago Titicaca sería lo que quedó de dicha inundación.
El Señor de los Báculos, dios supremo de Tiahuanaco (Flickr)
El Señor de los Báculos, dios supremo de Tiahuanaco (Flickr)
EL CENTRO URBANO
Situado sobre la orilla oriental del Lago Titicaca, a casi 3.000 metros de altitud, su centro urbano giraba en torno a un impresionante complejo ceremonial cubierto de piedras, perfectamente talladas y decorado con colosales esculturas, ocupando cerca de 4 kilómetros cuadrados. Rodeando al centro ceremonial y administrativo se levantaba otro de carácter residencial cuya extensión ocupaba más de 50 hectáreas.
El centro de Tiahuanaco se diseñó en torno a dos avenidas principales alineadas por templos elevados sobre plataformas, residencias de la élite social y enterramientos varios. El templo más alto, Akapana, posee una plataforma de 200 metros de lado y alcanza los 15 metros de altura. En sus proximidades destaca el templo Kalasasaya, de menor tamaño y en cuya cima se construyeron pequeños santuarios. En la entrada noroeste al Kalasasaya se ubica la famosa e imponente Puerta del Sol. Otros edificios a destacar de este antiquísimo centro urbano serían el “Palacio de los Sarcófagos” o «Putuputuni», lugar de entierro de las altas personalidades, el templete semisubterráneo y la gran pirámide de Pumapunku.
Monolito Fraile con Akapana al fondo (Wikimedia Commons)
Monolito Fraile con Akapana al fondo 


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