Nadie quiere estar en los zapatos Mauricio Macri npor el desastre que dejo Cristina

Nadie quiere estar en los zapatos del nuevo presidente de Argentina: ni siquiera Mauricio Macri

Macri

El desastre que deja Cristina Fernández tras 12 años de kirchnerismo obliga al nuevo jefe de estado a patrocinar medidas impopulares que causarán una fuerte contracción de la economía
Puedo imaginar al nuevo presidente de Argentina Mauricio Macri interpretando el rol de algún famoso médico de la televisión como Ben Casey, o el doctor Kildare. Vestido con bata de tonos verde claro, con una cofia de plástico transparente en su cabeza, como la que solía lucir Hugo Chávez Frías cuando le practicaba la autopsia al Libertador, Macri tiende sus manos a un ayudante para que le inserte los guantes de tenue goma.
Luego vira el cuerpo, y observa el personaje tendido en la camilla, encargado de interpretar el rol de la economía argentina, y que exhibe sus vísceras al aire. El flamante mandatario solo necesita echar una ojeada al paciente para emitir su diagnóstico: “Pueden volver a coser al enfermo”, enuncia. “Nada podamos hacer. Este señor padece un cáncer inoperable”.
Gracias al sigilo con que el gobierno presidido por Cristina Fernández de Kirchner maquilló cifras sobre la inflación, u ocultó datos comprometedores gracias a espontáneos incendios de archivos, Macri ha descubierto qué ignora cómo resolver la caótica situación que vive Argentina.
Tras las promesas de su campaña, ha verificado que el erario nacional ha vuelto a ser saqueado, aunque desconoce las cifras reales, o por dónde comenzar la impopular tarea de recortar gastos y endeudar más al país.
Según los guarismos brindados por el gobierno de Cristina Fernández, desde la imposición de controles cambiarios en el 2011 hasta la fecha, las reservas del Banco Central de Argentina bajaron de 52.000 millones de dólares a 26.000 millones. Pero no todo el mundo cree en esos números.
“Muchos economistas locales”, dijo The Wall Street Journal, “señalan que el balance neto es negativo”. Al menos un economista, Nicolás Dujovne, dijo que las reservas líquidas son de apenas 2.700 millones de dólares, y siguen cayendo. Solo en noviembre, se redujeron en más de mil millones de dólares. Es decir, que repitiendo la leyenda negra circulante tras el derrocamiento del primer gobierno de Juan Perón, en 1955, lo único que ha quedado en las bóvedas del Banco Central es el plumero con que desempolvan las vacías estanterías.
El mismo Macri confesó que “ignoramos el monto de las reservas” existentes en la principal institución financiera de Argentina. Añadió que las estadísticas son poco fiables, y que su equipo económico deberá asumir sus funciones y evaluar la situación antes de anunciar medidas.
Y la situación se complica porque han ocurrido una serie de incendios en áreas públicas clave, de acuerdo a la denuncia del periódico Clarín de Buenos Aires. Uno de ellos fue en el centro de cómputos de la Secretaría de Hacienda, donde “se asienta el detalle de los gastos del Ministerio”, acentuando la incertidumbre sobre la verdadera situación económica.
Como daños colaterales, en febrero de este año se quemaron computadoras en la Casa Rosada y en el Senado. En marzo, hubo otro incendio en el Edificio Libertador, sede de la jefatura del Ejército y del Ministerio de Defensa de la Nación.
Según “Clarín”, por esos días, “el ministro de Defensa, Agustín Rossi, todavía intentaba reponerse del papelón que significó el robo de un misil y municiones de un regimiento en Córdoba”.
En el incendio en la Casa Rosada, dijo el periódico bonaerense, “se perdió buena parte del historial de personas” que visitaron el sitio, “prueba clave para la investigación de la denuncia -entre otras- presentada por el fallecido fiscal Alberto Nisman contra la Presidenta y otros funcionarios por el presunto encubrimiento de los dirigentes iraníes acusados por el atentado contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina”, ocurrido el 18 de julio de 1994, en que murieron 85 personas y fueron heridas centenares. (Por suerte para el gobierno de la anterior presidenta, Nisman apareció primero suicidado, y luego presuntamente asesinado. Y la investigación sobre el extraño caso de su muerte fue postergada hasta el día siguiente de las calendas griegas).
LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITÁN
Al igual que en Venezuela, la moneda real de la Argentina es el dólar. La tasa oficial es de 9,6 pesos por dólar. Pero si los argentinos quieren comprar dólares, deben comprarlos en el mercado negro, donde se cotizan a 15 dólares la unidad. Con el propósito de mantener la tasa oficial, señaló The Financial Times, el Banco Central necesita canjear dólares por pesos. “Sin embargo, “carece de los dólares suficientes para hacerlo de manera indefinida”.
Como en la película The Producers, las autoridades del Banco Central han acudido a lo que el empresario teatral Max Bialystock consideraba “creative accounting,” una contabilidad innovadora, que consistía en estafar a medio mundo.
Escasos días antes de la segunda ronda electoral, y con el propósito de apuntalar, aunque de manera precaria, las reservas monetarias, la institución financiera ordenó a los bancos argentinos vender la mitad de sus existencias en dólares a una tasa desfavorable.
Dujovne calculó que la acción, similar a la adoptada por el gobierno en el 2008 y destinada a la nacionalización de los fondos de pensiones –otra manera de esquilmar a los ahorristas– podría añadir apenas 1.200 millones de dólares a las reservas.
Otra maniobra del Banco Central para apuntalar el peso fue vender unos 17.000 millones de dólares en contratos a término. The Financial Times dijo que se trataba de una maniobra puramente especulativa. “El esquema, según el cual los inversionistas pueden comprar dólares con seis meses de anticipación por alrededor de 11 pesos la unidad, garantiza esencialmente saludables ganancias si se concreta una devaluación antes de ese plazo”. Obviamente, los beneficiarios son quienes están enterados del juego. No es aventurado suponer que se trata de personas allegadas al gobierno saliente.
Pero el perdedor es el Banco Central. El equipo económico de Macri de inmediato entabló una demanda contra el presidente de la institución, Alejandro Vanoli, y exigió su destitución, señalando que “dañó el patrimonio nacional” al vender dólares a término “a una tasa artificialmente baja”.
Esa maniobra del Banco Central tendrá efectos muy negativos en la gestión de Macri desde el comienzo. Varios economistas han señalado que la escasez de reservas en dólares impide al nuevo gobierno desmantelar el control de capitales . Si el peso se devalúa bruscamente, la inflación, actualmente del 20 por ciento anual –de creer a las cifras oficiales– se acrecentará drásticamente.
Macri hizo una serie de promesas que muy difícilmente pueda concretar en el corto plazo. “La posibilidad de otras bombas de tiempo financieras”, dijo el periódico londinense, explican que el nuevo presidente de Argentina haya pedido “paciencia” cuando le consultaron acerca de sus planes económicos. “Realmente no tenemos buena información”, confesó a los periodistas. “Ignoramos la exacta situación que hemos heredado”, añadió.
The Economist indicó por su parte que, sin importar las buenas intenciones de Macri, las reformas económicas que requiere hacer para reducir el déficit fiscal y colocar al país en un plano más competitivo, “causará dolor en el corto plazo”.
La banca Barclay estima que habrá una contracción económica del 1,1 por ciento en el año 2016, antes de una recuperación en el año 2017. El experto Miguel Kiguel dijo a The Economist que “el gran peligro es el malestar social”. Macri ha obtenido una magra victoria, y además, el peronismo controla el Senado. La Cámara Alta debe ser persuadida de acatar medidas como las de negociar con deudores externos,entre ellos, los llamados “fondos buitres”.
Realmente, ni Mauricio Macri desea estar en estos momentos en los zapatos de Mauricio Macri. Jean Dehn, encargado del equipo de investigaciones de la consultora Ashmore, dijo al Financial Times que Macri podría terminar como otros bien intencionados presidentes de la región, incapaces de superar difíciles circunstancias. “El riesgo”, dijo Dehn, “es que Macri sea en la Argentina lo que Vicente Fox fue en México: un ineficaz soplo de aire fresco”. Entre tanto, algunos ya se preguntan cuánto demorará en oírse el coro de “¡Volvé, Cristina, te perdonamos!”

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