El bolívar y el dólar

Las reservas internacionales de un país son los activos en moneda extranjera y oro que se tienen y que sirven como respaldo a las emisiones de dinero que realizan los países. Esas reservas, en el caso de Venezuela están conformadas por oro, títulos emitidos por los gobiernos y efectivo. Por tanto existe una relación entre la cantidad de dinero que emite el banco central y las divisas que le sirven de respaldo. A ese tipo de cambio se le denomina el tipo de cambio implícito debido a que resulta de dividir la base monetaria, entre las reservas internacionales. En la medida en que ese tipo de cambio aumenta, se debilita el respaldo de la moneda nacional y por tanto se propicia una devaluación. Eso es exactamente lo que ha venido pasando en Venezuela.
En julio de 2005, a proposición de Armando León, director del BCV y Rodrigo Cabeza, presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, se reformó la Ley del BCV y se creó Fonden, con el objeto de desviar parte de las internacionales del BCV y de esa manera financiar el déficit fiscal. Fueron más allá y establecieron un concepto etéreo, llamado nivel adecuado de reservas internacionales que hace posible expoliar los activos del instituto emisor. De esta manera, las reservas están ancladas en el entorno de los US$ 29.000 millones y el resto se transfiere al gobierno.
Sin embargo, el BCV sigue emitiendo bolívares y esos bolívares confrontados con las reservas internacionales fijas, dan como resultado un aumento permanente del tipo de cambio y la tendencia a la devaluación del bolívar.
Por tanto, la debilidad del bolívar respecto al dólar crea tensiones inflacionarias permanentes en la economía lo que a su vez refuerza la tendencia a la devaluación. Así, entró la economía venezolana en un círculo vicioso creado por la autoridades del BCV cuando renunciaron a sus potestades monetarias para actuar como caja chica del gobierno.
Según la información presentada, justo antes de hacerse las transferencias al Fonden, en septiembre de 2005, el tipo de cambio implícito de la economía era Bs 0,65 por cada dólar, mientras que el agosto de 2011, ese mismo tipo de cambio se situó en Bs. 4,25 por cada dólar. Conviene precisar que este tipo de cambio se computa tomando en cuenta el dinero emitido por el BCV, llamado base monetaria. Si se amplía el indicador y se toma en consideración la liquidez total de la economía al tomar en consideración los depósitos totales, los números son dramáticos. En septiembre de 2005, el tipo de cambio se situó en Bs. 1,90 por dólar y en agosto de 2011 alcanzó a Bs. 11,80 por dólar. En ambos casos esa devaluación del bolívar se corresponde con los ajustes que ha aplicado el gobierno a la tasa de cambio oficial, la cual se ha venido moviendo sostenidamente. No es muy difícil concluir que se avecina una nueva devaluación del bolívar, muy posiblemente a partir de diciembre de 2012, en vista de que la cantidad de bolívares aumenta progresivamente en tanto que las reservas de divisas están estancadas. Ahora, esta tendencia a la devaluación se acentúa en la medida en que el gobierno utilice más intensamente las reservas internacionales para financiar el déficit de las cuentas públicas. Ello es el evento más probable que ocurra con el traslado de las reservas de oro a Venezuela y la movilización de los activos externos a China, Rusia y Brasil. Está montada la economía venezolana en una especie de polvorín monetario: se emiten bolívares sin respaldo y ello es sinónimo de devaluación e inflación. Que respondan frente al país los creadores del Fonden.

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